Niños sobrepasados

El otro día leía un interesante artículo sobre la prisa hoy en día. Un alarmado redactor contaba cómo le había hecho reflexionar un pasajero de avión que, sentado a su lado, contemplaba las películas a velocidad rápida. Se trata de la última moda, ver todo el contenido en el menor tiempo posible. Una práctica bastante extendida por lo que se ve. Aunque no es de extrañar, en este mundo de prisas e inmediatez en el que vivimos.

A mi me ha pasado algo parecido al comenzar el curso este año.  Observo pasmosa como mis alumnos entran y salen de clase con prisas para llegar a sus muchas otras actividades: ballet, gimnasia, fútbol, catecismo, inglés, francés… Cuando tocan, tocan con prisas. Cuando les explico cómo solucionar un problema con la partitura, veo en sus ojos como piensan “demasiado trabajo”. Están deseando llegar a lo siguiente, terminar de tocar esa pieza, ese compás, esa nota. Están estresados.

Falta de tiempo

¿Por qué puede estar estresado un niño? Cuando les digo que tienen que estudiar en casa, todos me contestan: no voy a poder, porque tengo esto, aquello, deberes…etc. ¿Cómo puede no tener tiempo un niño de 8 años? La acumulación de actividades los están volviendo locos. No es normal que un niño salga de casa a las 8 de la mañana y llegue a las 8 de la noche, con tan sólo una pausa para comer y poco más. Los padres somos los responsables de esto. Las actividades extraescolares están bien, pero todo tiene un límite.

Estudiar en el conservatorio supone un gran esfuerzo y trabajo. Es una actividad complementaria más que suficiente por sí sola. Si al niño le gusta, lo mejor es que no haga nada más, salvo quizás un deporte. No necesita llenar su tarde de clases y clases, para luego no tener tiempo de hacer sus deberes, y mucho menos tocar el instrumento.

La era de la inmediatez

Pero no sólo las actividades extraescolares son las causantes de ese estrés prematuro. Las nuevas tecnologías ocupan gran parte de su tiempo y pensamientos. La adicción a los teléfonos móviles desde muy jóvenes (y que ven en los adultos que les rodean), les provocan esa ansiedad por la inmediatez.

Todo tiene que ser ya. Y la música no es inmediatez. Es paciencia, trabajo y contemplación. La música es un aprendizaje lento, pausado, progresivo. Y lo único que observo en muchos alumnos son ganas de “deslizar la pantalla” y pasar a lo siguiente sin mayor interés. No nos vendría mal un poco de más música y juegos para nuestros niños, y menos móvil, tablet y horarios imposibles.

 

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Violista, licenciada en Comunicación Audiovisual y con un Máster en Investigación (Premio al mejor expediente). Actualmente, profesora interina en conservatorios andaluces. Me encanta poder unir mis dos mundos a través de Gran Pausa, y así poder ayudar a otros músicos que, como yo, se hacen nuevas preguntas cada día.

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