Vida interina

He dedicado muchos artículos de este blog a hablar de la situación laboral para los músicos. De las dificultades, las pruebas a superar, la precariedad, el lugar de la cultura… etc. Hacía tiempo que quería contar también la situación de los que somos profesores interinos, las dificultades que enfrentamos y la inestabilidad. Porque la precariedad laboral para los músicos no sólo se queda en los escenarios. Sé que muchos se sentirán identificados en este artículo. No sólo músicos, hay muchos docentes de todo tipo que viven esta situación. 

Iniciando el camino a la interinidad

Cansada de pasar por los escenarios de audiciones de orquesta sin obtener mucha recompensa, decidí prepararme unas oposiciones a Conservatorio. Era mi primer intento, y no sabía mucho del funcionamiento de este sistema de selección.

Me preparé durante unos 8 o 9 meses, cada una de las pruebas: examen teórico, tocar un repertorio completo, análisis, programación didáctica, unidad didáctica… Para mí, ajena a la «enseñanza reglada» hasta entonces, fue complicado. No entendía cómo podía plantear mi idea de enseñar viola con herramientas que no se adaptan a este tipo de aprendizaje.

Después de superar todo el proceso, obtuve mi aprobado, y con buenas calificaciones. ¡Genial! Sí, pero no me sirvió para mucho, ya que no cogí plaza. – Para los que no conozcan el proceso, puedes aprobar, pero que tu nota final, contando méritos y etc. no sea lo suficientemente alta como para ser uno de los elegidos.-

Y fue entonces cuando entré a formar parte de la famosa LISTA. La lista de interinos con la que la administración cubre vacantes y sustituciones. El orden de esta lista es el que a partir de ahora dicta lo que va a ser de ti cada curso. Primero están las personas con tiempo trabajado en la administración (siendo profesor de enseñanza reglada, cualquier especialidad es válida, ¡ojo a esto!), luego los aprobados en orden de calificación y por último, las personas suspensas.

En mi caso, sin tiempo trabajado mi lugar no era muy bueno, como podéis imaginar.

Inestabilidad e incertidumbre: una vida dando tumbos

Una vez en la lista, tardaron en que llamarme más de un año, así que me despreocupé del tema, pensando que tendría que esperar a la próxima oposición. Pero después de un tiempo, por fin me tocó trabajar: Una media jornada (son puestos voluntarios) en un centro a 400 km de mi casa. Sin un trabajo fijo, no me lo quise pensar. Aceptar este tipo de puestos voluntarios te dan tiempo trabajado, un valiosísimo bien para un interino.

En cuestión de 48h debes presentarte en el centro. Así que allí me fui, con una niña de 4 meses y mi marido (que por suerte teletrabaja), a buscar un alquiler decente. Primeros días viviendo en hoteles, y viendo pisos y pisos… Los que lo hayan vivido saben lo que hay. No es fácil buscar una casa para pasar 9 meses, pero si tienes familia, tienes que buscar un hogar. El sitio donde tu hija va a pasar su primer año de vida, no vale cualquiera.

Ese mismo curso descubrí lo que se llama «colocación de efectivos». Se da al final de cada curso, y se trata de elegir destinos en el orden que uno prefiera, por si le asignasen una vacante durante el verano (quién la pillara…), y elegir también provincias en las que quieres que te llamen para sustituciones.

Aquí empieza lo bueno. Tú echas «la papeleta», y empieza «el sorteo». Te pasas medio verano pendiente de las resoluciones, para ver si se alinean los planetas y te toca una vacante. Ese sería el mejor de los casos, porque tendrías cierto margen para buscar alojamiento y organizar tu vida. Pero la vacante no llega.

«La amarga espera»

Comienza Septiembre, y con él lo que se llaman «vacantes sobrevenidas». Osea, plazas que por alguna razón que desconozco, no se dieron en verano. Y aquí vuelve la ilusión… «a ver si me toca algo»… Pero si no tienes suerte, mi caso, comienza «la amarga espera».

Con el nuevo sistema (llamado SIPRI en Andalucía), tienes que entrar cada martes y jueves en la web de conserjería para ver si te han convocado. En mi caso, que a comienzos de curso me quedo en los primeros puestos de la lista, esto significa estar esos días a la espera de la publicación de nuevas plazas. Hay veces que te puedes pasar el día esperando, hasta que bien entrada la tarde la conserjería comunica que se han suspendido llamamientos ese día. Convocan a cinco interinos por plaza. Así que no sólo esperas para ver si ha salido algo, si no también para ver si te lo han adjudicado a ti o a otro.

Todo esto significa una incertidumbre continua, semana a semana. Sin saber si vas a trabajar o no, dónde será, cuánto tiempo… No terminas de asentarte en tu ciudad de residencia «por si tienes que mudarte en unos días». Tonterías como inscribirte a clases de yoga, contratar internet o hacer una compra grande son decisiones a sopesar si es posible que tengas que pasar unos cuantos meses fuera de casa.

Interinos e hijos

Toda esta situación de inestabilidad, incertidumbre, espera… puede ser dura para cualquiera. Pero mucho más para alguien con familia como yo. Hasta hace poco, mi hija era un bebé. No se percataba mucho de los cambios, y todas las mudanzas, idas y venidas le afectaban sólo hasta cierto punto. Pronto tendrá que ir al colegio, hará amistades…

En mi experiencia en dos centros diferentes, he conocido a padres y madres interinos con situaciones muy dispares. Algunos deciden pedir sólo una provincia, y no mudan a la familia de casa (aunque esto signifique reducir las posibilidades de trabajar y tener que desplazarse a diario a otro municipio). Otros se separan de su familia entre semana, porque van a trabajar algo más lejos de su hogar. Otros se mueven cada curso con todos a su cargo… Pero ninguna situación es la ideal para la estabilidad de una familia.

Los alumnos

He trabajado dos cursos completos en distintos centros. La enseñanza musical es personalizada y muy cercana, todos los músicos lo saben. La relación profesor-alumno es esencial para que el aprendizaje sea bueno. Creo que un profesor tiene que conocer a sus alumnos, comprender su manera de avanzar, sus motivaciones y necesidades.

Es difícil hacer este trabajo cuando estás un tiempo determinado con ellos y sabes que, probablemente, no vuelvas a ese centro el curso siguiente. No puedes crear un plan para cada uno y seguirlo, pensar en cómo guiarles…

Para ellos también es complicado. Yo viví esa situación de tener un profesor distinto cada año, y creo que es muy perjudicial. Cuando por fin se sienten en sintonía contigo, cómodos, motivados… llega otro profesor y la relación tiene que reiniciarse. Padres y alumnos no entienden el porqué, y al final se traduce en una decepción con la enseñanza en conservatorio. Para mí también es duro dejarles al final de curso, dejar mi proyecto junto a ellos y sus padres.

En definitiva

Mi trabajo como profesora es absolutamente realizante. Adoro a mis alumnos, a los compañeros, adoro la viola y la música. Pero ser interino es desmotivador, y a veces muy duro.

La figura del interino es necesaria, por supuesto. Cuando hay una baja, los alumnos necesitan a un profesor. Pero no creo que el interino deba servir para cubrir vacantes que hace mucho debieron ser asignadas en oposiciones. También creo que se tiene que ver a las personas que están detrás de esas numerosas listas, esperando cada día noticias de la conserjería. Somos más que números a la espera de colocación. Somos familias a la espera de estabilidad.

 

 

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Violista, licenciada en Comunicación Audiovisual y con un Máster en Investigación (Premio al mejor expediente). Actualmente, profesora interina en conservatorios andaluces. Me encanta poder unir mis dos mundos a través de Gran Pausa, y así poder ayudar a otros músicos que, como yo, se hacen nuevas preguntas cada día.

Un comentario

  • Esta pandemia nos ha golpeado a todos, pero a nosotros los musicos mucho mas, no solo en lo economico, sino que no pudimos expresar nuestro arte a los demas.
    Gustavo Woltmann

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